
La política actual, con todas sus tensiones, sus discursos cruzados y sus promesas de orden o renovación, no nació de la nada. Tiene raíces profundas, tan antiguas como la propia idea de República. Cada cierto tiempo, cuando el clima público se llena de eslóganes, certezas fáciles y disputas por el relato, uno siente que la historia se repite con nuevas palabras, nuevas caras, pero con viejos dilemas al fondo.




