A los 93 años de edad falleció, a fines de julio, don Enrique Krause Henríquez, querido y antiguo vecino que a temprana edad (8 años) inició sus primeras incursiones comerciales ayudando a su padre en el negocio de la familia, actividad que nunca dejó, convirtiéndose con el correr de los años en el comerciante establecido más longevo que se recuerde en Cañete.
UN EJEMPLO DE SACRIFICIO:
En los buenos tiempos esta empresa familiar, incursionó con una embotelladora de bebidas gaseosas, la que mantuvo en pie por varias décadas, luego la arremetida de las grandes multinacionales puso fin al proyecto.
El aplastante paso de la modernidad no ha podido con uno de los locales más antiguos de Cañete a cuadras del centro, en la intersección de las calles Segundo de Línea con Riquelme, se ubica "Provisiones y Bazar Krause", un lugar lleno de historia, donde el tiempo pareció detenerse.
Su propietario, un antiguo y destacado vecino, Enrique Krause Henríquez, el que a sus 85 años de edad todavía mantiene abiertas las puertas de su local comercial.
Recuerdos de infancia se vienen a la cabeza al entrar a este local. Muchas generaciones, más de una vez, compraron los diarios, revistas o libros que estaban a disposición de los clientes, o bien para los más pequeños había un surtido stock de confites, dulces y golosinas. Viejas balanzas y pesas evidencian que alguna vez se vendieron productos como avena, trigo, maíz y diversas legumbres. Escaparates, exhibidores, vitrinas y estantes permanecen incólumes tras los años de funcionamiento.
Este descendiente de colono alemán cuenta que fue su padre quien inició el negocio. "Prácticamente nací en este lugar, ya ni recuerdo cuántos años han pasado, son muchos", señala, Enrique Krause, hombre de trato amable, vio nacer y pudo criar a sus ocho hijos con lo que generaba este próspero local comercial. En los buenos tiempos, esta empresa familiar, incursionó con una embotelladora de bebidas gaseosas, la que se mantuvo en pie por varias décadas (casi 50 años), luego, la arremetida de las grandes multinacionales de bebidas Cola, puso fin al proyecto.
"No pudimos competir con las empresas grandes. Acá hacíamos todo el proceso, lo único que se encargaba afuera era el gas, el resto lo procesábamos nosotros. había bebidas con sabor a papaya, limón, naranja. Producíamos también "Ginger Ale" y Agua Mineral. Debo reconocer que nos fue bastante bien", indica con evidente nostalgia.
Esta iniciativa rindió sus frutos, puesto que generó dividendos económicos y brindó una fuente laboral para un par de personas. Enrique Krause mantiene fresco el recuerdo de los interminables viajes de reparto de las bebidas a otras comunas, recorrido que hacían en un vehículo de la época. "El viaje era tan lento que muchas veces nos bajábamos de la camioneta a empujar... Corríamos al lado y le ganábamos", narra entre sonrisas.
Sin embargo, aquellos tiempos de prosperidad y buenos recuerdo tuvieron su fin, "llegaron las bebidas importadas y contra eso no se pudo competir".
Pese a ello, durante todos estos años ha luchado por mantener en pie su querido negocio. "Mientras intentábamos producir bebidas, el negocio se mantenía con venta de provisiones, licores y diferentes artículos. Además fuimos de los primeros que vendíamos los diarios y revistas de circulación nacional. Lo cierto es que el negocio ha pasad por altos y bajos. Antes le dedicaba más tiempo, pero ahora último la salud de mi esposa y la mía no nos han acompañado mucho, aún así, estamos en pie", manifiesta con orgullo. Uno de los secretos para mantener el negocio en pie ha sido la constancia.
Pese a los cambios que ha experimentado la sociedad y el mundo, este local se ha mantenido en el tiempo. Sin ir más lejos, es visitado frecuentemente asiduas a la pesca. Aún se puede encontrar una gran variedad de elementos utilizados para esta práctica. También es posible encontrar una amplia variedad de confites, artículos de librería y abarrotes. En fin, un local que se niega a morir. Un ejemplo de tradición y conexión con épocas pasadas, que como los respetables ancianos, fueron tiempos mejores que no volverán.
A sus 85 años de vida, Enrique Krause mantiene una relación matrimonial que perdura por más de 63 años. Su compañera de toda la vida, Celestina Cáceres, con quién ha compartido los buenos y malos momentos comerciales, ha sido uno de los principales soportes de esta larga trayectoria.
"Todavía abrimos todos los días, salvo cuando la salud no nos acompaña. Las ventas no son tan buenas, pero sí alcanza para algo. En su tiempo el negocio era bueno, tan bueno que pudimos salir adelante, todos nuestros hijos crecieron, estudiaron y luego formaron sus propias familias. Creo que eso habla que el local alcanzó para hacer todas estas cosas", agrega.