Durante varios años ha sido el Capitán Comisario de Carabineros de Cañete. Casado con la señorita Wolff, ha formado allí su hogar y ya es cañetino por adopción. Se le quiere y se le respeta; tiene tino especial para hacer aquella ecuación que muchos descriteriados no saben cómo hacerlo; el caballero civil y el respetable Oficial de Carabineros; ecuánime, estricto, justiciero y de ponderado criterio, es garantía para todos.
Tiene modo especial para captar simpatías, risueño y celebrador de chistes, aunque sean malos; él no quiere defraudar al que quiso contar uno bueno y resultó sin sal. Comparte con sus amigos hasta cierta hora y hasta cierta medida; jamás se le ha visto ni medio pasadito. Con singular placer se sienta a la mesa de moros y cristianos, pero no admite desórdenes ni que nadie el falte el respeto. Ha sido rotario activo; maneja muy bien su comisaría; no persigue a nadie sino que va tras el cumplimiento de las leyes. Con escaso personal y teniendo gran sector en retenes que cuidar; sabe guiar a sus subalternos. Cuidadoso de su uniforme, es un pundonoroso funcionario; buen esposo y buen padre de familia, deja allí surcos de buen servicio como ciudadano. Es buen amigo de sus amigos; va a sus reuniones y celebra más que nadie; rompe el círculo de nieve en que muchos se engolfan cuando creen que vestir uniforme es vestirse con plumas de brillo inigualado, cuando la verdad es que el que lo lleva es el que le da el brillo, por su don de gentes, por su inteligencia y por su cultivo del espíritu. Don Carlos Parra Cottet ha sabido hacerse querer en toda la región y es digno modelo de Oficial de Carabineros, amante de la ley y del buen criterio.
