Trabajó en sus mocedades en la agricultura y después se dedicó al comercio con una fuentes de soda donde se saboreaban ricos platos criollos y buenos vinos. Tuvo gran clientela a la cual él miraba, por debajito de sus anteojos y, cuando ya los notaba algo “cargados”, les insinuaba el viaje al hogar. No reparaba en atenciones, pues, él mismo servía muchas veces.
Allí se sirvieron banquetes de fama cañetina. Allí hubo “roscas” y celebración de santos. Allí se habló mucho de todos, hasta de política...
Sus hijas se han casado muy bien: Lucía con el pundoroso funcionario de Impuestos Internos, don Perci Zepeda; Elena, con el capitán de Carabineros, Maximino Ortiz, ya próximo a Mayor, pues su preparación, disciplina y espíritu militar, le están haciendo llegar los galones con toda regularidad; y Silvia, muy hacendosa como sus hermanas, con un funcionario del Servicio Social, de apellido italiano.
Don Juan falleció en este año 1961, y fue muy sentido por todos.