Sobrino del inefable José, llegó a Cañete a trabajar y formarse al lado de él, pero por cosas que yo no sé, disgustaron y helo aquí que fuera de sus pretinas, el hombre se ha formado.
Se casó con una hija de Briceño, el exagrónomo de extensión agrícola y colocó un negocio frente a los Gallardo y va bastante bien, según me dicen.
De una voz espléndida, con don de gentes y “saboir vivre”, este joven industrial se ha ganado la confianza pública. Su espíritu de colaboración, lo lleva a cantar en algunas misas y francamente, el señor éste tiene una voz de oro, como que nació allá por Irun, la tierra del tenor Luis Mariano, de resonante acorde musical.
Deben ser de ascendencia, cantores, porque José también se aficiona cuando se entusiasma y canta en forma espectacular con una alegría contagiosa.
Don Nicasio Otondo es bastante activo, dinámico y no se deja abatir por la vida; emprendedor y puede llegar más lejos aún, en fortuna, que su tiíto José, pues es constante y tesonero. Además no le gusta meterse a mucho, como aquél.
Sobrio y mesurado, buen esposo y padre, aún tan joven, quiere decir que le tomó ya el peso a la vida y quiere triunfar.
Se lo deseo de todo corazón.