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Chile, llegó tu hora...

llego tu hora
Imagen: captura pantalla TVN

Gorart Villarroel T.

Hablar de política nunca ha sido lo mío.
Pero cuando los problemas del país comienzan a tocar la puerta de todos, la inseguridad, la salud, la educación, el desencanto, el silencio deja de ser prudencia y se convierte en omisión.
Por eso escribo, porque todavía creo que el ciudadano tiene el deber de pensar, opinar y no dejar que otros decidan por él… antes que se nos acabe el tiempo.

El programa “Candidato, llegó tu hora” de TVN me dejó una imagen que dice más de lo que parece.
No son las preguntas ni las respuestas lo que llama la atención, sino la puesta en escena del poder.
Ahí está el entrevistador, de pie, moviéndose con soltura; y el candidato, sentado, iluminado de manera que parece aislado del resto.
A simple vista, un formato dinámico; pero en el fondo, un ritual. El periodista adopta el rol de juez; el candidato, el de acusado. y el set, un tribunal donde el país observa en silencio.
Esa diferencia de posturas no es casual: muestra quién domina la escena, aunque sea por unos minutos.
El entrevistador encarna momentáneamente al ciudadano que pide cuentas; el candidato, el aspirante al poder puesto a prueba.
Pero lo que debería ser un diálogo, termina muchas veces siendo espectáculo.
La televisión, en lugar de ayudar a comprender, fabrica la sensación de juicio público.
Las luces se concentran en la frase polémica y dejan fuera del encuadre lo esencial:
¿cómo salimos del estancamiento?, ¿cómo recuperamos la confianza?, ¿cómo logramos que el desarrollo llegue a todos?
Ningún medio es del todo imparcial.
Cada uno elige desde dónde mirar.
Y cuando alguien incomoda, rompe el libreto o cuestiona los privilegios, la cobertura suele amplificar lo superficial y callar lo profundo.
Así, la prensa termina siendo parte del mismo poder que dice fiscalizar.
Pero este juicio no es solamente contra los candidatos.
También es contra nosotros, los ciudadanos, que muchas veces miramos sin participar.
Porque mientras sigamos siendo espectadores, el guión no va a cambiar.

El espejo del poder

Pensando en esto recordé una escena de El Gran Dictador, de Chaplin.
Dos líderes se enfrentan frente a frente y suben o bajan sus sillas para parecer más importantes.
Ridículo, sí… pero profundamente humano.
Chaplin logró mostrar, con humor, lo que pocos se atreven a decir:
cuando el ego pesa más que las ideas, el poder deja de servir a la gente y empieza a servirse solo. Esa escena vista hoy, parece un espejo.
En cada debate, en cada escenario público, se repite la misma competencia muda por mantener el foco, controlar el relato y dominar la imagen.
El gesto reemplaza al argumento; la forma, al contenido.
Mientras, el ciudadano vuelve a quedar fuera del plano.
Chaplin lo resolvió con humor.
Nosotros tendremos que hacerlo con lucidez.
Porque la historia se repite, sólo que ahora el poder sonríe frente a las cámaras.

Chile, llegó tu hora...
La hora de despertar.
De exigir verdad, coherencia y memoria.
De volver a creer que este país puede cambiar si el poder vuelve a servir a su gente, y no al revés.
De recuperar la dignidad, el sentido y la esperanza.
Como decimos en buen chileno:
¿O si no, pa’ qué? ¿Pa’ que siga too igual? ¿O pa’ que continúe el show?
Si ocurre lo último, y no lo que soñamos como país...
¿tendremos que aceptar seguir equivocándonos?
Entonces habrá que mirarnos de frente, para entender que el cambio no se delega,
y asumir que esta vez los responsables no serán ellos… sino nosotros.
Es cierto, el país necesita despertar. Pero, ¿cuántas veces hemos escuchado lo mismo?
Despertar, exigir, cambiar… palabras grandes que se repiten elección tras elección, hasta perder fuerza.
La televisión hace su show, los políticos el suyo, y nosotros seguimos mirando desde lejos, indignados pero inmóviles.
Tal vez el problema ya no sea sólo el poder ni la prensa, sino una ciudadanía que se acostumbró a mirar sin actuar. el punto es que ya no sabemos cómo hacerlo.
Mientras seguimos discutiendo quién tiene la culpa, el reloj, como siempre, sigue corriendo.